Pese a su atractivo histórico y cultural, el oro no es una inversión segura ni rentable debido a su alta volatilidad, rendimiento inferior y limitada protección contra la inflación en horizontes relevantes.
El oro ha sido un objeto deseado por la humanidad desde que tenemos registros. Quizá sea por su escasez. Quizás sea por su belleza. Quizá haya sido por simple casualidad y costumbre. Tal es así que, hasta hace no tanto tiempo, fue la moneda en circulación por excelencia.
No hay dudas que esta admiración sigue más vigente que nunca. El precio del oro ha subido cerca de 30% en el año y se encuentra en máximos históricos. Para darnos cuenta del efecto que este metal genera en nosotros basta con ver las contorsiones a las que llegan las personas que participan en los experimentos, generalmente llevados a cabo en un lugar concurrido como una terminal de aeropuerto, en donde se coloca un lingote dentro de un cubo transparente con un pequeño orificio por donde, con la mejor de las contorsiones, se puede lograr retirar el objeto brillante.
Y lo cierto es que, sea cual sea la razón, el enamoramiento que tenemos con este metal no parece tener fecha de vencimiento.
Esta admiración cultural, sumado a un conjunto de conceptos erróneos, han llevado a que el oro forme parte del portafolio de inversión de millones de personas.
En Nantas creemos que esto es un error. En nuestra opinión, la evidencia indica que el oro no debe formar parte de tu portafolio de inversión.
A continuación, veremos estos conceptos erróneos así como qué dice la evidencia al respecto.
Error N°1: El oro es una inversión segura
No hay nada en los datos que arroje esta conclusión. Si comparamos el retorno del oro con el de las acciones de empresas americanas, en los últimos 50 años el oro ha sido un 25% más volátil.
Lo que es más significativo, sin embargo, es la magnitud y duración de las caídas de precio que experimentó. La máxima caída de las acciones en la historia moderna fue la crisis financiera del 2008, en donde el valor de las mayores empresas del mundo se redujo temporalmente a la mitad. Lo que muchas personas no saben es que el oro tuvo una caída de más del 60% comenzando en el 1980. Y lo peor de todo, las acciones se recuperaron en poco menos de 5 años luego de la crisis financiera. El oro demoró 27 años, en abril del 2007, en volver a su valor nominal.
Pero eso no es todo. Si lo vemos en términos reales, o sea teniendo en cuenta que los precios han subido desde 1980, quien compró oro en el punto máximo de ese año aún no se ha recuperado de esa caída, casi 45 años después.
El oro puede ser muchas cosas, pero lo que está claro es que ser una inversión segura no es una de ellas.
Error N°2: “El oro es una protección contra la inflación”
Ya que las monedas pierden valor, mientas que el oro ha mantenido e incluso aumentado su poder de compra en las últimas décadas, es razonable suponer que se trata de un excelente activo para protegernos de la inflación. Esto, sin embargo, también es un error.
Bueno, casi. A lo largo de varios siglos es cierto que el oro ha acompañado la inflación. Un estudio académico realizado por Erb & Harvey en 2012 encontró que el precio del oro desde el año 27 AC ha sido una protección contra la inflación notablemente efectiva, medida por la paga militar. El problema es que como inversores no tenemos siglos para vivir!
Visto en plazos más relevantes para nuestra vida, como pueden ser 20 o 30 años, el oro no siempre ha protegido su valor contra la inflación, como sucedió a partir de los 80’. Asimismo, para el corto plazo ha sido aún menos confiable, debido a la gran volatilidad de su precio, como el estudio también indica. Por ejemplo, en el año 2022 hubo un shock inflacionario en todo el mundo, con Estados Unidos registrando una inflación interanual de más del 9%. Suena como el entorno económico ideal para que el oro brille. Sin embargo, oro disminuyó un 1% su valor, quedándose rezagado temporalmente del aumento de precios. Aunque es cierto que las acciones y los bonos también cayeron en ese año, un activo que verdaderamente cubre contra la inflación tendría que haber subido de precio.
Así que, como conclusión, puede que el oro sea una protección bastante buena contra la inflación para el muy largo plazo. Sin embargo, el muy largo plazo seguramente sea mucho más largo que nuestro horizonte de inversión.
Error N°3: “El oro es un activo de refugio ante caídas de las acciones”
A primera vista, esto parece ser cierto. El mismo estudio anterior encontró que el 83% de las veces en que las acciones bajaron de valor, el oro tuvo retornos positivos.
Asimismo, la “correlación” entre el oro y las acciones globales ha sido de 0,085 desde el año 1988. Este valor es muy bajo, e indica que el precio de estos activos se mueve con independencia del otro. Sin embargo, no es negativo, como podríamos esperar de un verdadero activo de refugio. Dicho de otro modo, la historia no arroja evidencia de que sistemáticamente el oro sube cuando las acciones bajan.
Veamos un año de verdadero estrés para las acciones, la crisis financiera del 2008. En ese año las acciones americanas disminuyeron 37% mientras que el oro subió 5%. Sin embargo, en el peor momento del episodio entre febrero y octubre, el oro disminuyó 25%. Mientras tanto, los bonos americanos a 10 años subieron 20% en el año, sin experimentar una caída en su valor. Aunque a veces el oro sube cuando las acciones caen, no es algo en lo que podamos confiarnos.
Mito N°4: “El oro brinda retornos excelentes”
Primero que nada, como poseer oro no genera ningún flujo de fondos a su dueño, simplemente seguirá siendo la misma cantidad de oro año tras año, su retorno vendrá dado únicamente por su precio. El poseedor del oro dependerá únicamente de su demanda de modo de obtener un resultado positivo. Dicho en otras palabras, necesita que alguien esté dispuesto a pagar un precio mayor al que pago él.
La realidad es que la historia de la humanidad indica que esta demanda existe. Sin embargo, al no tener ganancias o intereses que den un marco de referencia a su valor, como sí lo tienen las acciones y los bonos, su precio ha tendido a fluctuar bastante más, como vimos anteriormente.
Este es un punto muy importante para nosotros. El hecho que el oro no posea un flujo de fondos con el cual podamos valuarlo y proyectar su retorno lo hace en esencia una especulación de que la demanda seguirá aumentando. Todo parece indicar que será así, pero simplemente no podemos invertir sin un fundamento tangible que explique los retornos a futuro. Su retorno esperado, por ende, es muy cuestionable.
De todos modos, si lo analizamos únicamente por su retorno histórico, también llegamos a la misma conclusión. El retorno del oro desde el 1972 ha sido de 7,91% mientras que las acciones globales rentaron 9,36%. Esta diferencia, de casi 1,5%, puede no parecer mucho. Sin embargo, se traduce en un costo de oportunidad durante enorme durante tantos años.
De haber invertido USD 100.000 en oro en el año 1972, hoy esa inversión equivaldría a USD 5.608.400. Nada mal. Pero, el mismo monto invertido en un portafolio de acciones globales se hubiese convertido en USD 10.500.272, una diferencia de casi USD 5.000.000!
Por último, el retorno del oro ha sido enormemente dependiente del año de compra. Por ejemplo, si en vez mirarlo desde el 1972, lo hacemos desde el 1981, el retorno del oro a la fecha a sido de únicamente 3,29%, con las acciones globales rentando 9,54%, prácticamente lo mismo que desde 1972. Esto no es casualidad, las acciones han sido extremadamente más consistentes a la hora de generar retornos para los inversionistas a lo largo de los años, y es por eso que es el activo que más favorecemos a la hora de construir un patrimonio duradero para nuestros clientes.
Conclusión
En resumen, aunque el oro ha sido objeto de admiración cultural y fascinación financiera durante siglos, los datos muestran que no es la inversión segura, estable ni rentable que muchos creen. Su volatilidad, su cuestionable capacidad para proteger contra la inflación en horizontes relevantes y su dependencia de especulaciones futuras lo alejan de ser una opción óptima para un portafolio bien diversificado. En Nantas, creemos que las decisiones de inversión deben basarse en evidencia sólida y principios de largo plazo, y el oro, aunque fascinante, simplemente no cumple con estos criterios.
Rodrigo Cancela, CFA
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