¿Qué son las acciones de valor?

Inversiones: ¿Por qué no Todas las Acciones Ofrecen el Mismo Retorno?

 

¿Alguna vez te pusiste a pensar si el retorno esperado de todas las acciones es el mismo? Por ejemplo, ¿deberías esperar el mismo retorno por invertir en una empresa innovadora y en pleno crecimiento como Tesla que en una empresa más estable pero ya más madura y con menos crecimiento, como por ejemplo el banco JPMorgan Chase?

Tesla vs JPMorgan

La gran mayoría de inversores diría que Tesla tiene mayores retornos esperados, ya que su rápida expansión hará crecer el precio de su acción. Este, sin embargo, es uno de los errores más comunes a la hora de invertir: confundir una gran empresa con un gran rendimiento futuro. Más allá de que Tesla esté en pleno crecimiento, el rendimiento de la inversión dependerá de cuánto se está pagando hoy por ese crecimiento que todos esperan. Si tomamos el precio de la acción de Tesla y lo dividimos por las ganancias contables por acción que generó la empresa en los últimos 12 meses, el resultado será de 96. En otras palabras, estamos pagando 96 dólares por cada dólar de ganancia. Es un precio muy alto, pero ¿es correcto? Eso dependerá de cuánto crezcan esas ganancias con los años. Lo que podemos saber es que, si no crecen, le llevará a la empresa 96 años generar las ganancias necesarias para empatar nuestro monto invertido.

Miremos ahora a JPMorgan. Si queremos comprar una parte de esta empresa, tendremos que pagar solamente 9 dólares por cada dólar de ganancia contable que generó en los últimos 12 meses. Por lo tanto, suponiendo que esas ganancias se mantienen estables, 9 años de ganancias del banco serán equivalentes al monto invertido.

¿Cuál será mejor inversión?

Es imposible saber con exactitud cuál de estas dos acciones rentará mejor. Quizá Tesla crezca mucho más de lo esperado y eso baste para convertir ese alto precio en algo razonable o incluso barato. O quizá JPMorgan empiece a ver que sus ganancias disminuyen año a año debido a la competencia de empresas fintech, o su modelo de negocio deja de ser relevante a medida que las criptomonedas se vuelven más y más populares. Son cosas que no podemos saber de antemano.

Pero este ejercicio nos permite entender una de las clasificaciones más importantes utilizadas para caracterizar a las acciones: crecimiento o valor. Tesla es el arquetipo de una acción de crecimiento, con un precio muy alto en relación con sus ganancias y su valor contable. Se trata de empresas muy queridas por los inversores, y de las que se espera un gran éxito y crecimiento en el futuro. Por ende, son empresas por las cuales hay que pagar un alto precio para poder adquirir.

JPMorgan entraría en la otra definición, una clásica acción de valor, la cual no se espera que crezca mucho en el futuro, e incluso se pueda ver amenazada por otras empresas más innovadoras. Esto la deja fuera de la lista de favoritas de muchos inversores y por ende las podemos adquirir a precios más baratos.

Agrandando la escala

Para entender este concepto de valor y crecimiento, necesitamos agrandar la escala. Ver empresas particulares ayuda para entender la clasificación, pero para evaluar el comportamiento de estos dos tipos de empresas es necesario mirar un conjunto de muchas de ellas que presenten estas características.

Más allá de que varios inversores, entre ellos Warren Buffett, consiguieron su éxito reconociendo el mérito de invertir en acciones de valor antes que la mayoría, fue recién en la década de los 80 cuando la investigación académica comenzó a arrojar datos alentadores sobre las mismas. En esencia, hasta ese momento las acciones eran clasificadas únicamente según que tanto variaban de precio en relación con el mercado. Sin embargo, los investigadores comenzaron a notar de que este modelo no explicaba cómo un subgrupo de empresas, aquellas con un precio de su acción barato en función a su valor contable, generaban retornos más altos de lo esperado.

Cuando un modelo no encaja con la realidad, es el modelo el que está equivocado. Así fue como, en el 1992, los investigadores Eugene Fama y Kenneth French, crearon un nuevo modelo incorporando esta variable, así como también el tamaño de la empresa, para explicar el retorno y comportamiento de las acciones. En esencia, se terminó de entender lo que algunos inversores como Buffett intuían, que las acciones tienen distintos rendimientos esperados en función de sus características. En particular, las acciones de valor generaban a lo largo del tiempo retornos más altos que las de crecimiento.

Midiendo esta diferencia

De acuerdo con la base de datos CRSP de la Universidad de Chicago, la diferencia de retorno entre las acciones americanas de valor y de crecimiento desde julio de 1926 a marzo del 2022 ha sido del 3,50% por año. En el mismo período el rendimiento del mercado accionario general fue cercano al 10%, por lo que, de haber priorizado este tipo de empresas, el rendimiento del inversor hubiese sido más alto. Esta diferencia también se ha registrado en la gran mayoría de países con mercados accionarios, lo que la hace aún más relevante.

Ahora, es importante notar que esta ganancia adicional de las acciones de valor no está asegurada, y mucho menos en períodos cortos de tiempo. De hecho, en los últimos 10 años ha sucedido lo opuesto: las acciones de crecimiento rentaron mucho mejor que las de valor. Recién desde el año pasado este tipo de empresas volvieron a brillar. Esto sin embargo no es inusual, en un 14% de los períodos de 10 años las empresas de crecimiento rentaron mejor. Para períodos de 20 años, hasta el momento las acciones de valor siempre han rentado mejor que las de crecimiento en Estados Unidos.

¿Cómo se explica esta diferencia?

Parte de la explicación es que las empresas de valor simplemente tienen un mayor riesgo asociado. Las empresas con precios bajos suelen estar en situaciones financieras más complicadas, tener una carga de deuda mayor y enfrentar más incertidumbre sobre sus ganancias en el futuro. Además, tienden a sufrir más en los períodos económicos malos, lo que las hace más sensibles a lo que sucede en la economía.

Por otro lado, desde un punto de vista del comportamiento, existe evidencia de que los inversores sobreestiman la capacidad de crecimiento de las acciones más caras. Esto los lleva a pagar precios demasiado altos por ese tipo de compañías, perjudicando su retorno como inversor. Como contracara, tienden a desatender las acciones de valor, aumentando sus retornos esperados.

La existencia de estas explicaciones nos lleva a pensar que es razonable esperar mayores retornos para las acciones de valor en el futuro. Aunque es cierto que luego de la publicación de la existencia de esta diferencia, la misma ha sido más pequeña, considero que no deberíamos esperar que la misma desaparezca debido a las explicaciones que la sustentan y su existencia en la mayoría de países y períodos de tiempo.

En Nantas creemos que ambas acciones deben formar parte de un portafolio bien diversificado. Más allá de esto, los portafolios que diseñamos para nuestros clientes tienen una inclinación hacia las acciones de valor para poder captar así parte de esa diferencia a lo largo del tiempo.

 

Rodrigo Cancela, CFA